
ÉL
Fue un segundo de oscuridad, lleno de confusión, un segundo eterno…Y entonces, un chorro de luz abrió mis ojos.Mi cuerpo convertido en pluma de paloma de la paz, se escurrió del ruido y ya no pesaba absolutamente nada.Mi alma estaba anestesiada, realizada de un modo extraño. No reconocía nada a mi alrededor, pero tampoco me inquietaba.Escudriñé el espacio que se lucía a mis pies y descubrí algo que jamás hubiera sido posible en tiempos pasados donde los sueños no tenían cabida. Tenía en mi espalda un par de billetes hacia cualquier lugar, un vuelo directo hacia la libertad, tenía las dos alas más preciosas que mi cabeza cansada hubiese sido capaz de imaginar.Estaba asombrado, incluso más que eso, pletórico de felicidad, aún sin saber el porque de todo aquello que rompía con mi anterior realidad, esa que había considerado durante tanto tiempo, la única racional y por tanto posible.Todo transcurría con una mágica calma que mecía mi nuevo mundo a su antojo.En uno de mis vuelos diarios, cuando el aire de la mañana me liberaba como cada día, sentí una presión en mis entrañas, que entorpecía mi camino indefinido hacia ningún lugar.Después una necesidad imperiosa de “algo” comenzó a movilizarme. Mis alas querían volar hacia mil sitios a la vez, cegados por la impaciencia. Así que, cerré los ojos y siguiendo el compás de mis latidos, me dejé llevar…Y de repente, la vi tumbada, yacía a mi lado a la vez que en ese mundo paralelo, por primera vez tan cercana…Era más perfecta de lo que hubiese podido desear. Por primera vez en mi vida me sentí frágil e impotente. Miraba embobado sus facciones dulcemente esculpidas, su pequeño cuerpo dormido pero rebosante de vida… En ese instante pude ver el motivo que me había llevado hasta ese lugar, y que tanto se había hecho de rogar.Era ella, mi segunda oportunidad lejos del mundo para remediar todos mis años prohibiéndome sentir, y ahora, tenía una eternidad para remediarlo.Una infinidad de tiempo sólo para ella, para cuidarla y protegerla, tal y como me dictaba mi interior. En pocos minutos todo cobró sentido, supe que iba a esperarla, ni más ni menos que toda una vida, toda su vida. Entendí la maravillosa importancia de mi deber, tendría que dar luz a sus mañanas y soplar la última vela de sus noches, apartar su pelo los días de viento y permitir que mi corazón, ahora libre, diese un vuelco con cada una de sus sonrisas.Y lo más importante, que esperaría sentado en este rincón con vistas a su habitación hasta el día en que sus alas comenzaran a batir.
ELLA.
Llevaba años persiguiéndolo, conocía todos los movimientos de su esquematizada rutina.Tostadas con mermelada de naranja y café con dos de sacarina a las 7, gomina extrafuerte, el nudo de la corbata hecho con sumo cuidado y coraza apoyada en la puerta lista para poner y salir a la calle.Él era un simple montón de éxito, frío, pero yo amaba su forma de sobrevivir. Sabía que la protección que había colocado con esmero a su alrededor, tarde o temprano se vería corrompida, era cuestión de tiempo, y yo estaría esperando.Un día como otro cualquiera, me encontraba contemplando escondida en la distancia su expresión imperturbable, pero esa mañana algo no fluía con la normalidad que acostumbraba. Su mirada estaba inquieta, a la espera de algo, y nuestros corazones, sincronizados desde siempre, palpitaban a una velocidad desconocida hasta entonces. Por un momento atisbé el miedo escapándose por sus poros, fue como si todo lo que hasta el momento había sido de su indiscutible dominio, se hiciese más grande e incontrolable de lo habitual.Le veía perder fuerzas cada vez que avanzaba el tiempo. No quise torturarme más, di media vuelta y me fui, sintiendo como poco a poco una realidad mayor se apoderaba de él.De repente una ráfaga en mi cara me hizo saber que su ser se había apagado, pero sólo durante un segundo.Después su luz se encendió dentro de mi, toda su energía corría por mis venas llenándome de fuerza.Aprendí que aunque no podía verlo, podía encontrarlo en cualquier lugar con sólo desearlo, vivía en cada pequeño rincón de mi alma, cuidando mis días y luchando por mis sonrisas. Los días de lluvia, me dedicaba a mirar durante horas al cielo y cuando me encontraba completamente absorta entre las nubes, una suave brisa acompañada por unos pocos rayos de sol entraban por mi ventana y se acomodaban a mi lado. Durante esos instantes, podía percibir su calor junto a mi, acompañándome, y comprendí que lo harían hasta el día en que mis alas comenzaran a batir a su lado.
Geniaaal :)
ResponderEliminarEl & ELLA
te sigo :)
Porqué dejaste el blog?
ResponderEliminar